¿Un día mas? [Mariella]

En casa empezaban a tratarme de obsesionado, pero por mi que dijesen misa, tenía que cuidar de Mariella y su familia a toda costa. Llegué al instituto puntual y esperé en el aparcamiento rezagandome de mis hermanos para esperar a Mariella que vendría en aquel trasto infernal que tenía por vehículo de transporte. Pero no apareció y eso empezó a ponerme de aquel mal humor tan notable que gastaba cuando andaba preocupado y molesto, ya que una de dos o le había ocurrido algo o de nuevo estaba saltándose las clases, y claro como se empeñaba en que no la agobiase yendo a recogerla me tenía aquí con la intriga. Las primeras horas de la mañana las pasé rebuscando en la mente de todos, incluidas sus hermanas, bueno a Isabella no porque no podía. Finalmente llegué a la certeza de que estaba haciendo campana descaradamente. Cuando tocó el timbre para la hora del almuerzo me dirigí a la cafetería murmurando maldiciones por lo bajo y evité la mesa de mis hermanos para sentarme solo, ya que con este humor mejor así.

Cuando me senté me vi obligado a levantarme al instante ya que me percaté de que de nuevo me miraban mal debido a mi notable estado de mal humor y todos se habían percatado de que no llevaba comida después de toda la mañana sin probar bocado, así que fui a por una bandeja con algo de comida y regresé a la mesa, evitando ahora aun mas a mis hermanos los cuales volvían a pensar que me estaba desquiciando. Me senté de nuevo centrándome en mantener la calma y pensar que realmente prefería estar enfadado por que tuviese esa rebeldía suya de no avisarme siquiera cuando no pretendía venir al instituto a tener que salir corriendo por que le hubiese ocurrido algo malo. De repente su olor me azotó la nariz y le siguieron sus pensamientos, como siempre ella tan despreocupada. Alcé la vista clavando mis ojos en ella despiadamente y la seguí con la mirada impasible hasta que se sentó frente a mi. -Enfadado es un adjetivo mucho mas adecuado que molesto... -dije mirándola con los ojos entrecerrados y fruncí el ceño. -No se, dime tu porque estoy solo... mejor aún dime porqué lo he estado toda la mañana... -lo último lo dije en un tono mas que sarcástico y resoplé llevándome las manos a las sienes las cuales masajeé levemente mientras cerraba los ojos. Odiaba con todas mis ganas enfadarme, pero es que odiaba aún mas no saber donde estaba Marie.

Mi enfado disminuyó considerablemente al verme reflejado en los pensamientos de Mariella, lo único que le hacía falta ahora era tener al desquiciado de su amigo el vampiro cabreado en vez de procurando que fuese mínimamente feliz después de haberla metido en todos estos líos. -Se que tu no crees que deba... pero solo me preocupo por ti... -suspiré resignadamente y rodé los ojos al leer de nuevo sus pensamientos, ella y su manía por tentar cada día mas a su ya de por si no muy lejana muerte, a este paso. -¿Por que te empeñas en conservar ese hábito? -pregunté frunciendo el ceño refiriéndome a lo de fumar de aquella forma tan constante. Me pasé la mano por la frente tomando una mas que innecesaria bocanada de aire en pos de serenarme definitivamente, cosa que finalmente conseguí. Ahora me sentía culpable, no me había parado a pensar en como llevaría todo esto teniendo en cuenta su habitual forma de ser. -Lo sé... y se que no te gusta estarlo... pero yo también he pasado por momentos así, cómo esta mañana por ejemplo, al no verte aparecer... -confesé y alcé la vista mirándola ahora ya con mi habitual mirada serena y tranquila. -El miedo es algo molesto pero inevitable... - me alcé ligeramente de hombros quitándole importancia y suspiré poniendo los ojos en blanco al ver otra de sus diversas muestras de espíritu de rebelde sin causa. Fulminé despiadadamente con la mirada a los que se atrevieron a pensar mal de ella, quitandoles todas las ganas de seguir cotilleando y fruncí el ceño molesto por eso, regresando mi atención a Mariella. -Se que te encanta esto de hacer lo que te venga en gana... pero ¿de verdad es necesario, esto, Marie? -pregunté alzando una ceja mientras tomaba uno de sus pies por la bamba alzándolo levemente de la mesa y sonreí sin poder evitarlo.

A veces no lograba entender como podíamos soportarnos, ella era la viva imagen de la rebeldía de su época llevada al máximo exponente de la despreocupación y yo era el vivo retrato de alguien que se había quedado cien años atrás y además pecaba de serio y recatado a veces. -Eres incorregible... -murmuré mirándola con una sonrisa y negué con la cabeza. Le acerqué toda la bandeja, ya que no tenía ganas ni de fingir que comía, además se la veía con hambre y mis preocupaciones por ella se extendían a todos los ámbitos. -Come tranquila... no es que esto sea mi almuerzo ideal precisamente... -dije haciendo una mueca de desagrado mientras miraba la comida de la bandeja. Reí entre dientes y alcé la vista mirándola, poniéndome serio en el instante en que oí sus palabras. -Marie, deja de preocuparte por mi o mi familia... Todos sabemos de sobras que esto no es culpa tuya... -posé mi mano sobre la suya en un gesto instintivo sin recordar que no estaba precisamente acostumbrada a mi tacto frío, como todos los humanos supongo. -Yo no seré quien te retenga aquí... -musité al oír su comentario acerca del error que le suponía haber venido. No podía evitarlo, por mucho que quisiera, pero por egoísta que fuese tenía la pequeña esperanza de que realmente quisiera quedarse y algún día no viese Forks como su condena.

Aparté mi mano de encima de la suya con rapidez al percatarme de que la había posado ahí sin darme cuenta. Desvié la vista fingiendo poner mi atención en un par de curiosos que nos miraban desde hacía un rato, menos mal que gastaba una paciencia infinita con los humanos, a diferencia de Mariella. -Si es lo que deseas... Procuraré que puedas cumplirlo... -dije con total sinceridad. Siempre había pecado de ser demasiado entregado a mis seres queridos, dejandome a mi en segundo termino, así que si ella quería irse jamás la retendría. Suspiré al oir sus pensamientos, debía de estar realmente agobiada, yo tenía una mente mucho mas espaciosa y un siglo entero de haberme acostumbrado, pero ella no. Me levanté en cuanto ella lo hizo. -Pues vamos fuera... -me cercioré de que el día seguía nublado para mi suerte y caminé tras ella a un paso que era terriblemente lento para mi gusto. Rodé los ojos resoplando resignadamente cuando se puso a fumar, otra vez. Uno de mis propositos incumplibles era conseguir que dejase ese dichoso vicio. Sus atolondrados pensamientos me sacaron de mis planes contra el tabaquismo de golpe. Pues si ella estaba loca lo mío no tenía nombre. Me senté en uno de los bancos que aquí fuera sustituían a las sillas de adentro y la miré atentamente. -Has de relajarte... Cuánto mas luches contra ello peor será, has de aprender a convivir con las voces y acostumbrarte... -dije refiriéndome a sus problemas con el que era nuestro don común.

Fruncí el ceño cuando se negó completamente a intentar ponerle solución al control de su don y además me dio la espalda de aquella forma en que parecía mas que obvio que no estaba colaboradora en este tema, seguramente le molestaría bastante saber que podía leer su mente de la misma forma que ella lo hacía con los demás, al igual que a mi. -Si me dejases podría ayudarte con ello... -dije realmente por querer ayudarla mas que nada. Alcé una ceja perspicazmente al oír sus intentos de tener la mente despejada, algo quería ocultarme y de una forma que realmente funcionaba porque luchaba por no reirme ante lo que oía. Cuando se giró tuve que fingir que me frotaba la mejilla distraidamente para ocultar mi risa por lo bajo, carraspeé poniendome serio de nuevo y suspiré. -Lo decía totalmente en serio lo de ayudarte a irte... -dije mirandola a los ojos con total seriedad. Podía ser muy convincente y si hacia creer a Charlie que Marie estaría mejor en otro lugar, de seguro que al dia siguiente se habia marchado. -Creeme si no quisiera estar contigo ahora mismo no estaríamos teniendo esta conversación... -dije tranquilamente y me encogí de hombros.

Seguí mirándola atentamente a pesar de que ella lo evitaba a toda costa. No sabía exactamente el porqué pero me veía venir que ibamos a discutir, de nuevo. Chocábamos muy a menudo por nuestra diferéncia de caracter y por esto de leernos la mente continuamente y conocer quizá demasiado la opinión del otro. Fruncí el ceño al oír sus pensamientos, perfecto ahora creía que yo quería que se fuese, cuando realmente deseaba todo lo contrario. -No me estás entendiendo... -dije rodando los ojos. -A veces me parece mentira que me leas la mente... -murmuré mas para mi que para ella. Alcé la vista de nuevo al ver como ahora era ella quien se enfadaba, y mucho además, por lo visto estaba ofendida o dolida por mis palabras. Me levanté al instante plantándome frente a ella dejando la velocidad humana a un lado por un momento y clavé mis ojos en los suyos. -Eres la humana mas difícil de manejar del mundo entero... -dije resoplando algo desesperado por no saber ya como tratarla para tenerla contenta. -Aclárame algo... ¿tu quieres seguir aquí? porque se que no te gusta este sitio, que dejaste una vida atrás que no querrías haber dejado... y se que allí eras feliz, solo quiero que vuelvas a serlo... -solté todo aquello confesando alguna que otra cosa entre líneas, pero es que necesitaba aclarar esto antes de seguir con los malentendidos, nuestra relación ya era complicada de por si como para añadir mas problemas.

Me sentí un tanto confuso ante lo que leía en su mente, sintiese lo que sintiese hacia mi o cuando estaba conmigo, no terminaba de dejar que aflorase realmente era como si luchase contra ello y procuraba mantener todo eso lejos de su mente, pero siempre terminaba por encontrar algún pequeño atisbo de sus dudas. -Deja de preocuparte por mi famlia y por mi, estamos acostumbrados a lidiar con criaturas como estas... -adelanté mi mano inconscientemente en un ademán de tomar la suya, pero me arrepentí recordando mi temperatura poco agradable y desvié la vista guardandome las manos en los bolsillos del pantalon. -Lo unico que deseo es protegerte a ti y a tu familia... y mientras nosotros vigilemos todo irá bien... Solo quería que supieses que no has de alterar tu vida, puedes seguir con tus planes y si deseas irte o quedarte... solo te facilitaré las cosas... -suspiré y me encogí levemente de hombros.

Negué con la cabeza varias veces, esa situación era de lo mas improbable y ya no porque fuese vampiro sino porque además era rastreador, James sabía perfectamente a por quien iba y parte de esa persecución, por no decir toda, era culpa mía por ponérselo mas divertido con el factor del vampiro protector. -Eso es muy improbable, los vampiros confiamos mas en nuestro olfato que en nada cuando se trata de reconocer humanos... y mas James que es un rastreador, se guía totalmente por tu olor... -pronuncié todo eso algo tenso, pues la simple mención de aquella escoria que intentaba herir a Mariella me hacía rabiar por dentro. Cuanto tomó mi mano mas bien fui yo quien se puso nervioso ante el contacto cálido de su piel, me quedé mirando nuestras manos hasta que nos soltamos de nuevo y alcé mi vista clavandola en sus ojos. -¿Que?... ¡No! De eso nada... -decir que sus palabras y pensamientos de entregarse me atemorizaban era quedarse corto, dejé hasta de respirar dejando mi fachada de humano a un lado para poder concentrarme en quitarle esas ideas de la cabeza. -No pienso permitir eso, jamás... -di un paso hacia ella y posé mi mano en su mejilla, acariciándola levemente. -Necesito que sigas con vida y a salvo para conservar la cordura... -musité sin apartar mi mirada de la suya.

Reí por lo bajo ante su discrepancia sobre ella y mi cordura, pero es que no se hacía una ligera idea de lo mucho que la necesitaba con vida, con vida y junto a mi si era posible, me parecía un tanto increible no haberme dado cuenta de mis sentimientos hacia ella antes, pero en cuanto la idea de perderla asomó en mi mente comprendí que no podría vivir sin ella. -Por loco que me vuelvas, sin ti no podría seguir adelante... -confesé soltando un leve suspiro y acaricié de nuevo su cálida mejilla. -Marie, yo soy quien se asegura de que todo eso no sea incierto... Se que James no está en kilómetros, porque podría oír sus pensamientos... mi radio es mas amplio que el tuyo... y además podría olerle facilmente ya que aquí todos sois humanos, menos yo y mi familia y esos olores son muy distintos... -hablé con total tranquilidad y es que en eso podía estar bien seguro. -Además James jamás te atacaría aquí, somos demasiados contra el... sería un suicidio... -rodé los ojos. En cuanto escuché sus pensamientos y segundos mas tarde sus palabras asegurandome que no me había vuelto loco al oír tal cosa, separé mi mano de golpe y di dos pasos hacia atrás alejandome de ella y apreté las mandíbulas al tiempo que sentía como me tensaba al instante. -Lo que intento es mantenerte con vida Marie... y eso... eso está muy lejano a mi propósito... -mascullé entre dientes y desvié mi vista.

Estaba escuchando cada uno de esos pensamientos, hasta el mas pequeño de ellos, el mas encerrado o de los que no era ni consciente, los oía todos y cada uno de ellos y era incapaz de moverme ni un ápice de mi posición al oír todo aquello. Me quería, demonios quería estar conmigo y que yo la transformase... incluso pensaba que podría no afectarme su muerte... -Basta! -finalmente rompí mi inmovilidad para llevarme las manos a las sienes, todo aquello acabaría conmigo. -Basta... por favor... -alcé mis vista encontrando mis ojos con los suyos mirándola algo torturado por todo lo que se me venia enicma, acorté la distancia entre ambos y tomé su rostro entre mis manos. -Piensa en otra cosa... -pegué mi frente a la suya y suspiré cerrando los ojos, acaricié sus mejillas sosteniendo aun su rostro entre mis manos, su aroma me embriagaba de sobremanera, era totalmente atrayente. No me di cuenta de cuando, pero mi cerebro dio orden a mi cuerpo y de repente mis labios rozaban los suyos peligrosamente, me dejé vencer por mi mismo y posé finalmente mis labios sobre los suyos besándola levemente.

Al fin en mi mente reinó el silencio, era fantástico poder sentir aquello de nuevo, normalmente si quería permanecer en total silencio tenía que irme bien lejos a algun lugar despoblado y hacía mucho que me había resignado al ruido constante, pero ahora lo tenía de nuevo aquel agradable silencio. Pero entonces me centré en el resto de sensaciones que me recorrian el cuerpo, ahora mas notables que nunca, su olor me invadia del mismo modo que lo hacía el dulce sabor de sus labios... de repente me percaté de todo lo que empezaba a sobrepasarme... el ardor de mi garganta ahora era totalmente insoportable, estaba demsasiado cerca y la deseaba, a ella y ahora mas que nunca a su sangre. Inicié una lucha interna contra mi mismo, me veía incapaz de separarme de sus labios, pero sabía que si seguía perdería el control. Finalmente conseguí hacer acopio de mi autocontrol y separé mis labios de los suyos tomando sus manos y apartandolas de alrrededor de mi cuello para poder poner un mínimo espacio prudencial entre ambos, al menos de momento. -Lo siento, no debí... -suspiré pesadamente y agaché la cabeza mientras respiraba de forma pausada y como siempre innecesaria, para poder serenarme un poco.

Por mucho que intentase convencerme de lo contrario, aquel beso me había gustado demasiado y ahora no podría quitarmelo de la cabeza, pero algo de la angustia que sentía desapareció al oir su voz de nuevo, además diciendo que no estaba arrepentida de haberme seguido en mi pequeño desliz. -Te estás ablandando... -comenté con una leve sonrisa. Suspiré ante el leve contacto de sus dedos en mi mejilla y cerré los ojos un instante recobrando por momentos mi serenidad, no me gustaba perderla, solo me sentía yo mismo y seguro de mis actos cuando estaba sereno y tranquilo, como era habitual. Abrí los ojos mirándola y le dediqué una sonrisa. -Si, tranquila... Solo he de recordarme que debo controlarme un poco más... -rodé los ojos y suspiré. Esto iba a ser complicado, muy complicado, pero no iba a darme por vencido. -Nunca te haría daño, pero no es lo mismo cuando me descontrolo... solo quiero que lo tengas presente, no te rechazo solo te mantengo con vida... -tomé su mano entrelazando mis dedos con los suyos y caminé hasta el bando atrayéndola conmigo. -Pero no te quiero lejos de mi... -le confesé y sonreí algo tímido.