Simplemente... rutina. [Libre].

Otro día, tedioso. El tiempo iba y venía en la sala del trono, podía pasarme días enteros allí, incluso meses, dándome cuenta del paso de los minutos solo por el hecho de que Heidi nos traía algo de comer una vez por semana. Mis hermanos estarían con sus esposas, y yo no tenía ganas de soportar la soledad de mi habitación. Estaba mejor allí, frente al suelo que había visto morir a tantos.

El silencio era mortal, solo se oía el tecleteo de Gianna en el ordenador, al otro lado de la puerta. Pude escuchar a los niños, jugar en la plaza de San Marcos, golpeando con la pelota en los muros del viejo castillo y, a los segundos, como el sollozo de un niño. Giré la cabeza y solo tuve que alzar un poco la voz, la sala no estaba muy lejos y posiblemente me oiría.
- ¿Eli?

Había salido casi toda la mañana.... había sido un día nublado, perfecto para empezar la cacería. Había logrado hacerme amiga de varios niños ricos, entre chicas y chicos. Fui de compras con las chicas, los chicos me regalaron cosas y las chicas me invitaron a fiestas. Lástima que no podrá asistir ninguno. Les dije que los llevaría a conocer un museo en donde decían que había muerto un terrible vampiro y ellos aceptaron gustosos.
Aún tenía en la mano la rosa que Ben, uno de los muchachos me había regalado, invitándome a salir el viernes... el pobre no sabe que le diré que no, porque no salgo con muertos.

Entré en la Sala del Trono, extrañamente vacía a no ser por el Sr. Marcus, que se encontraba sentado en el trono - Mi señor Marcus, disculpe mi intempestiva entrada - me incliné solemnemente en señal de respeto- vengo a informarle que el aperitivo solicitado por usted y por el Sr. Aro estará listo a las ocho menos treinta.

Sonreí internamente. Definitivamente no había nadie en el castillo que trabajara con tanta eficiencia como Jane, Alec y yo y eso me llenaba de orgullo. No por nada éramos los favoritos de los Señores Vulturi y los que recibían las misiones más delicadas.

- ocurre algo, mi señor? puedo ayudarle en algo más? - Me preocupaba mucho por mis señores, puesto que estaba agradecida de que me hubiesen salvado la vida hace cientos de años

La esencia de Heidi me llegó mucho antes que su voz y su preciosa imagen. Como siempre pareció iluminar la habitación al entrar, esa era la trampa, y yo sabía bien que habían caído tantos inmortales como mortales a sus pies. Alcé el rostro cuando abrió la puerta y entró, distrayéndome un momento del sollozo de Elizabeth, que seguía clavado en mis oídos.
- Heidi.
Dibujé una sonrisa, que en mis labios tensos quedaba demasiado fría, pero no sabía hacer otra desde hacía mucho.
La noticia de la comida me alegró un poco, Cayo ya se había alimentado, pero Aro y yo notábamos la sed en la garganta con el paso de los días. Ahora que hablaba de la sed... me di cuenta, dos semanas allí sentado, dos semanas completas.
- Oh... bueno... si no te importa, pódrías conversar conmigo. Este viejo se aburre.
Miré entonces de nuevo a Elizabeth y la señalé las escaleras de mármol que se extendían a mis pies, pidiéndole que tomara asiento.
- Y tú dime que te ocurre.

Asentí cuando me dijo que podríamos conversar. El Señor marco era un vampiro muy sabio y seguro aprendería mucho de él. Adoraba esas conversaciones porque me permitían conocer más del mundo e incluso tal vez algún día saldría a recorrerlo...
Volteé y vi a Elizabeth, haciendo drama para llamar la atención, como siempre! suspiré innecesariamente y decidí ignorarla, de cualquier modo yo no caigo en esos jueguitos.

Me acerqué un poco a Marco, pero situándome delante de él y a su derecha, para que pudiera ver a Elizabeth, que seguro tendría algo que contar.

Escuché con atención y dirigí una leve mirada a Heidi, la enemistad entre ambas la había detectado nada más se habían mirado por vez primera.
- Elizabeth... sabes que te quiero, eres la hija de mi hermano, pero... Heidi es una de nuestras más fieles guerreras y guardianas. Deberías respetarla y seguir sus consejos.
Sabía que era sensible y que aquello podría descolocarla, pero pasaba mucho tiempo sola y los Vulturis no podíamos permitirnos que nadie se alejara del Clan ni estuviera en peligro.

Sonreí ante el ataque de Elizabeth, pero permanecí inmovil en mi lugar, como debía ser. Cuando el Señor Marcus mencionó que Elizabeth debía seguir mi ejemplo y que debía respetarme por ser una de las mejores miembros de la guardia, no pude menos que tratar de recibir tal halago con humildad. Yo, a diferencia de ella me había ganado mi lugar con esfuerzo y no por ello se me subían los humos y pretendía ser la princesa de Volterra, llamando la atención de todos.

Una vez que Elizabeth dejó la habitación me giré para mirar al Señor Marcus - y de qué tema desea platicar, mi señor? ciencia? humanidades? literatura? o temas triviales?

Off: ni al caso tu comentario porque cambié mi post.

Off: pffffffff............... sin comentarios.


Me recliné en mi asiento cuando Elizabeth echó a correr, no sabía ya que hacer o decir, no quería causarla daño, pero era demasiado sensible. Noté el mármol contra las ropas de mi espalda y la madera del trono.
- ¿Literatura quizá?
Me froté la frente con una mano, cerrando los ojos un instante.

- Perfecto - le dediqué una gran sonrisa mientras me acercaba a él - literatura inglesa? Europea? Americana? - me acerqué a él y coloqué una mano en su hombro, al parecer lo que había ocurrido le había afectado - perdone mi atrevimiento, Señor Marco... pero realmente lamento que los roces que Elizabeth y yo tenemos a veces lo afecten. Usted sabe que yo siempre les he sido fiel y leal y que siempre he tratado de dar lo mejor de mí en mi trabajo como miembro de la guardia y lo que menos deseo es causarles molestia y dolor... sé que es su sobrina y trataré de evitar estos encuentros... en la medida de lo posible

Mis palabras fueron sinceras y bajé la mirada lentamente. Me ponía mal que por mi culpa uno de mis señores tuviera problemas

Sus palabras calmaron un poco el desasosiego que Elizabeth había causado en mí, tomé entonces su mano y la besé levemente, soltándola después en muestra de agradecimiento.
Gracias, Heidi, sé que siempre se puede contar contigo, Alec y Jane.
Me volví a echar hacia atrás, ésta vez para tomar impulso y levantarme. Sentado parecía pequeño, al encorvarme, pero mi altura me hacía parecer más monstruoso aún.
Porcierto, ¿dónde están?

- El Señor Aro los ha mandado a una misión, se espera que puedan regresar en una semana aproximadamente - dije casi instintivamente y sonreí - me alegra que sepa que siempre cuenta con esta leal servidora.

Vi cómo se puso de pie y eso me infundió temor y respeto. Me coloqué detrás de él, como se me había enseñado, para hacer de Guardaespalda - desea ir a algún lugar en particular? desea que lo acompañe? - Sabía que era mi trabajo preguntar, pero no quería molestarlo. - si desea lo puedo dejar solo, señor

¿Solo? No, paso demasiado tiempo solo...
Caminé costosamente para bajar las escaleras, como si tuviera los músculos entumecidos. Cuanto más tiempo pasaba sentado más débil me sentía, y la presencia de Heidi era tranquilizadora, aunque estuviera en el mismo castillo. Había veces que sentía que no podía fiarme ni del mismo Aro.
¿Qué día es hoy? ¿Qué mes? ¿San Marcos no está cerca?

- Falta un par de meses, Señor - lo mire con algo de tristeza - pero no se preocupe que me encargaré de todas las celebraciones - traté de hacer que se sintiera mejor, pero en el fondo sabía que eso no ayudaría mucho, así que se me ocurrió una idea - qué le parece si salimos a dar un paseo, Señor Marcus? - le dediqué una sonrisa - eso lo ayudará a despejarse y puede ver lo hermosa que está Volterra! anímese, que está nublado y podemos salir sin ningún problema.

Esperaba de corazón que aceptara, así se distraería un poco y olvidaría la pena que lo embargaba desde la muerte de Didyme, su esposa... ya había pasado mucho mucho tiempo desde aquello, pero él seguía sumergido en su dolor, sin esperanza de salir...